Ayer un grupo de compañeros aprovechó la inauguración de la tercera biblioteca de María Esther Gatti para homenajear su vida de lucha. Maestra, lectora incansable, pocos saben esos aspectos de su vida. Sin embargo, todos la reconocen como la mamá de María Emilia Islas, desaparecida junto a su compañero, Jorge Zaffaroni, y su pequeña hija, Mariana, en setiembre de 1976 en la ciudad de Buenos Aires.

María Esther y Luz Ibarburu fundaron el grupo de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos. Juntas trabajaron por el voto verde para derogar la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, y luego de fallecida Luz, María Esther trabajó por el voto rosado para tratar, esta vez, de anular la ley. Pero no todas son pálidas, con 92 años, tuvo también varios logros en materia de verdad y justicia. Por ejemplo, es una de las denunciantes de la Causa del Segundo Vuelo que llevó ante la justicia a los secuestradores de su hija y motivó la primera sentencia contra los responsables del terrorismo de Estado en la historia de nuestro país.

Aunque seguramente, la que le dio más satisfacción, fue recuperar a su nieta. Nadie conoció antes una sonrisa tan amplia en la cara de  María Esther como la que nos regala estos últimos tiempos. Por eso ayer, aunque llevé la cámara de fotos, la dejé guardada. Lo mejor fue lo que sentimos y compartimos todos en una noche de encuentros.

Un comentario

  1. es de justicia recordar a estas mujeres,sobre todo con su afán de lucha y reconocimiento para que no se olvide nunca sus causas, que son las de todos, o al menos creo que nos implica a todos los seres humanos.

    excelente artículo, Adriana

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