Ayer a la tarde estuvimos también en el liceo Nro.45. Otra vez nos acogió la biblioteca. Nos encontramos con un grupo de jóvenes que habían completado la lectura de «Crimen en el Puente Mauá»; lo mejor que le puede ocurrir a un escritor: intercambiar, contestar, escuchar lo que los lectores tienen para decir. Durante una hora hablamos sobre la posibilidad que nos da la literatura de concebir otros mundos y otras formas de pensar y por eso mismo cada libro puede llegar a ser una escuela de tolerancia y de humanidad. Al sentir un personaje realizamos el ensayo de ponernos en el lugar del otro. Aprendemos que las verdades son parciales y que lo que más se le acerca es una construcción colectiva, circunstancial y por lo tanto, cambiante.

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