Hoy pudimos entrar al Batallón 14 y observar el hallazgo del equipo de antropólogos. Lopez Mazz nos explicó en qué estaba su trabajo. Los familiares rodeamos la fosa. Estaban allí algunos técnicos. No es mucho más de lo que habíamos leído en la prensa. Pero estar allí es como ser testigo de los últimos minutos del desaparecido y acompañarlo, oírlo. «Así me torturaron, así me mataron, así me tiraron, así me escondieron», nos dicen esos huesos. Nos cuentan cosas. Rodeado de cal, como los otros. Arriba de él, la bolsa de arpillera. Arriba de la bolsa, piedras. Pasaron 35 años. Qué vergüenza. ¡Cuánta complicidad ampara la mentira! Todavía…